Estamos en tiempos en que la Política goza de poca credibilidad en la opinión pública. Son muchos los candidatos y agrupaciones que, sobre esa base, han explotado el discurso antipolítica, vilipendiando la labor de los partidos y sacralizando a los supuestos “independientes”. Sin duda que en esta situación hay una enorme responsabilidad de los partidos que han predominado en las últimas décadas, degradando la dignidad de la actividad pública y sembrando la desconfianza hacia la Política.
Esta fue una de las principales razones del éxito electoral de las listas de “independientes”. Pero ese halo de superioridad moral frente a los partidos comienza a desmoronarse. El mejor ejemplo es la autodenominada “Lista del Pueblo”, quienes han caído en un par de meses en las peores prácticas contra las hace poco levantaban la voz indignados.
Mismo problema se evidencia con los retiros del 10%, con candidatos que reniegan de hacer Política en serio y que se dedican a adular y comprarle votos a un pueblo que los desprecia.
Al ser la Política una actividad intrínseca al ser humano, no corresponde hablar de nueva o vieja política, como si todo lo nuevo fuera bueno y lo viejo malo per se. Aquí la división correcta es entre verdadera Política (con mayúscula) y falsa política (con minúscula). Entre la buena y la mala política, si se quiere.
Para salir exitosamente de esta crisis se necesita más y no menos Política (pero esa con mayúscula, no la otra). Por ello es tan importante protegerla de muchos políticos que la deforman y desprestigian, desmontando la farsa de quienes, azuzando el discurso antipolítica, buscan erigirse como los salvadores del pueblo, pavimentando el camino a personajes populistas que terminan destruyendo la República. Sin Política, no hay democracia verdadera y, por ende, no hay paz, justicia ni libertad posible.
Marta Canto Castro
Cientista Político y Administradora Pública.
Pdta. Fundación Foro de Los Ríos
Tomás Mandiola Lagos,
Abogado.
Colaborador Fundación Foro de Los Ríos
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