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Coz Coz, el último parlamento del pueblo mapuche (FINDESEMANA)

Por Pablo Santiesteban / 21 de enero de 2025 | 16:00
El parlamento de Coz Coz reunió a caciques en un radio de 80 leguas alrededor del lago Panguipulli. Al centro de la foto, el padre Sigisfredo. Crédito: Memoria Digital.
[#HistoriasDiarioSur] Conoce como un sacerdote y la prensa de principio de siglo XX ayudaron a darle un carácter a un encuentro que marcó a la etnia mapuche en la región.

Coz Coz es una localidad ubicada a 7,8 kms. al noreste de la comuna de Panguipulli y cerca del lago homónimo. Es un caserío donde en su mayoría viven familias de origen mapuche y guarda una importancia especial para esta etnia, pues un 18 de enero de 1907 se llevó a cabo ahí el último parlamento del pueblo mapuche hace 118 años.

Por aquellos años Panguipulli aún no se constituía formalmente como una comuna, y era habitado por varias familias mapuches que a fines del siglo XIX e inicios del siglo XX comenzaron a tener conflictos de tierras con colonos chilenos y extranjeros que llegaron a habitar la zona. Algunos de esos conflictos derivaron en hechos de violencia que fueron denunciados al Estado, algunos con éxito, pero otros no.

Hubo un hecho particular que a la larga derivó en la realización del parlamento de Coz Coz y se relacionó con el conflicto entre la vecina mapuche Nieves Aimñanco y el hacendado Joaquín Mera.

El caso resulta polémico, pero este hecho y todo lo que se desarrolló en torno al parlamento fue documentado por dos periodistas de la época, Aurelio Díaz Meza de El Diario Ilustrado, y Oluf Erlandsen González, de El Correo de Valdivia.

Ambos profesionales de las comunicaciones indicaron que Nieves Aimñanco fue asesinada o mandada a asesinar por Joaquín Mera y que él posteriormente se apropió de los terrenos de la mujer.

Pese a que fue encarcelado, al poco tiempo Mera salió en libertad. Cierta noche hubo un incendio en la casa de la hija de Nieves Aimñanco, Antonia Vera, y con ese hecho el hacendado habría completado su cometido de apropiarse de las tierras.

Junto a los periodistas, las comunidades mapuches de Coz Coz tuvieron a otro defensor, se trató del misionero capuchino alemán padre Sigisfredo de Frauenhäusl, quien había estudiado Derecho en Baviera.

El padre Sigisfredo conoció de cerca al pueblo mapuche y así como los fue evangelizando en la fe cristiana, también vio sus costumbres y los abusos que cometían contra ellos, primero engañándolos vía el alcohol de por medio y hasta en hechos de sangre. En ese contexto el misionero decidió apoyarlos y motivar la realización del Parlamento de Coz Coz.

El padre Sigisfredo visitando una ruca mapuche de Panguipulli en 1905. Crédito: Memoria Digital.

La convocatoria

Según el escrito “El parlamento de Coz Coz”, realizado por Aurelio Díaz, el pueblo mapuche tuvo una actitud de obediencia a las leyes que imponía el Estado Chileno y en tono empático calificó a las comunidades de pacíficas, trabajadoras, bien intencionadas y alejadas de toda violencia.

Añade que los mapuches tenían buenas relaciones con los padres capuchinos, en quienes confiaban, pero no así con hacendados, leguleyos o ciertas autoridades.

Díaz añade que la sugerencia de hacer el Parlamento surgió del padre Sigisfredo y que los caciques, recordando la tradición de los parlamentos, que ya habían vivido siglos atrás con las autoridades españolas y después con el gobierno chileno, decidieron convocarlo. El gran objetivo era elegir a un cacique principal que representara a todas las familias ante el Estado en situaciones de conflicto.

El parlamento fue convocado por el cacique de Coz-Coz Manuel Curipan Treulen, quien envió a mocetones a caballo a distintos puntos de la zona de Panguipulli. La idea era reunir a cerca de dos mil indígenas de las reducciones de Purulon, Malalhue, Quilaco, Trailafquen, Cayumapu y Antilhue entre otras.

Este parlamento reúne varias particularidades, pues aparte de ser el último celebrado, tal vez es uno de los mejor documentados, gracias al interés de la prensa de la época y porque no todos los caciques se conocían en persona, lo que obligó a tener que presentarse cada uno formalmente y de acuerdo al modo ancestral.

La misión capuchina de San Sebastián de Panguipulli con los estudiantes de origen mapuche. Crédito: Memoria Digital.

El cacique mayor

Al parlamento asistieron los lonkos Lorenzo Carileu de Quilche, Reucan Nahuel de Chalupén, Naguilef Loncon de Llongahue, Juan Cheuquehuela de Antilhue, José Cheuquefilu de Cayumapu, Juan Catriel Rain de Trailafquén, Mauricio Hueitra de Ancacomoe y Camilo Aillapán de Panguipulli.

Manuel Curipán hijo abrió el parlamento de la siguiente manera, según Aurelio Díaz: “Peñi cacique (hermanos caciques) Hemos querido mi padre y yo que haya en Coz-Coz una junta grande, para que vinieran los caciques a parlamentar, porque hace mucho tiempo que no se hablan ellos de lo que les pasa en sus reducciones con los «huincas« que nos quieren quitar la tierra que ha sido siempre de nosotros”

El parlamento eligió como cacique principal a Juan Catriel Raín, cacique principal de Trailafquen (isla del lago Calafquén) y como ayudante se designó a Mauricio Hueitra, cacique de Panguipulli.

Catriel aceptó la designación y, según el relato de Díaz, expresó lo siguiente a sus iguales: “Los ancianos han querido que yo sea mayor y por eso soy; no olvidaré que mi obligación es defender a mis hermanos y por eso he querido ser mayor. Hueitra habría podido porque es valiente, rico y anciano, pero ahora se necesita un joven. Los ancianos me darán consejos”.

El cacique mayor pidió que cada comunidad sea obediente a su cacique y que le avise a ellos en caso de atropellos de “huincas”. También prohibió arrendar o hacer tratos con españoles (así llamaba a los chilenos) a menos que él o el padre Sigisfredo los autoricen.

Catriel fue la voz de los de su raza e incluso no dudó en viajar hasta Santiago para pedir justicia ante los atropellos.

El padre Sigisfredo de Frauenhäusl. Crédito: redes sociales.

El padrecito

Desde 1904 el padre Sigisfredo se fundió en su labor evangelizadora y con los problemas del pueblo mapuche en la zona.

Inspirado en el mensaje de la Doctrina Social de la Iglesia que denunciaba los atropellos de la industrialización en desmedro de los más desposeídos, llevó esta bandera de lucha cristiana en favor de pueblo mapuche a quienes veía “con hambre y sed de justicia”, como él mismo escribió, recordando un pasaje de las bienaventuranzas de Jesús de Nazareth.

Su ardor por la defensa de los indígenas la plasmó en papel: “Hoy me matan con el lazo, mañana con revólver, pasado mañana me botan al río, me charquean, me destapan los sesos, me ahorcan, me descuartizan. ¡Qué gente tan ruda! ¡Mis indios son mil veces más civilizados que esta escoria de humanidad!”.

Con 38 años, el padre Sigisfredo además tenía un trato amable con todo el mundo, logró hacer buenos contactos en Valdivia y Santiago y exigió justicia para los mapuches. Igualmente había un grupo de habitantes de Panguipulli que miraban con recelo al capuchino y no entendían su predilección por los indígenas.

El sacerdote ayudó en su obra a fray Félix José de Augusta en su obra “Lecturas araucanas", obra presentada en 1910 y que fue un aporte para presentar la lengua mapuche con una gramática y así preservarla con el paso de los años.

El padre Sigisfredo falleció en 1945 y su legado se mantiene con el liceo que lleva su nombre en Panguipulli.

Aurelio Diaz, un paladín de la prensa. Crédito: redes sociales.

Unidos

A la larga la efectividad del parlamento fue mínima en cuanto a terminar con los abusos en contra de los mapuches de la zona, pero el hecho primordial consistió en que se juntó un grupo relevante de mapuches dispuestos a utilizar sus propios medios para defender sus derechos y usando la ley del Estado. 

Aurelio Díaz lo recalcó: “los indígenas están ya hartos de tanta tropelía y el parlamento celebrado últimamente, no es más que una preparación para mantener sus derechos por una vía ejecutiva, mediante la unión de todos ellos”. También agregó: “el parlamento último, por la solemnidad que revistió, nos dejó convencidos de que, felizmente, los araucanos no han desaparecido o tienden a extinguirse…les faltaba un jefe y hoy lo tienen”.

Diez años después, en la Plaza de la República de Valdivia, se celebró un comicio organizado por los huilliches de Panguipulli, en el cual se plantearon una serie de demandas a la autoridad provincial, entre ellas, el reforzamiento de la labor del protector de indígenas, el fin del pago en vales por parte de empresas o fundos y la represión del alcoholismo que era motivada hacia los indígenas con malos fines.

Hoy, Panguipulli y las localidades cercanas mantienen con orgullo el sello mapuche, impronta que se afianzó con el correr de los años y la empatía que el Estado Chileno comenzó a demostrar a los pueblos originarios en sus gobiernos, cual más, cual menos, pero fue el espíritu unificador del Parlamento de Coz Coz el que guió el rumbo.

El padre Sigisfredo con niños mapuches de Panguipulli de principio del siglo XX. Crédito: Memoria Digital.

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