Grandiosa despedida a Sebastián Castro Valdés quedará grabada en el alma de Paillaco

HISTÓRICO: 800 voluntarios llegaron a la ciudad para despedir con honores al primer Mártir de Paillaco

El 15 de agosto de 2016 quedará grabado no sólo en la memoria de los paillaquinos, sino también en el recuerdo de los bomberos de Los Ríos, que viajaron a despedir a Sebastián Castro Valdés de 21 años, el primer Mártir de Paillaco y 309 de Chile.

Desde temprano, las calles de la ciudad comenzaron a recibir buses, carros, furgones, camionetas y automóviles con bomberos de todas partes, que alcanzaron los 800 voluntarios. Bajo la lluvia, realizaron una formación de honor frente al cuartel de la Segunda Compañía, en calle O'Higgins, mientras se desarrollaba el responso fúnebre a cargo del sacerdote Luis Gallardo. 

Sebastián falleció en el Hospital Regional, luego de ser trasladado grave, tras protagonizar un accidente de tránsito, cuando se dirigía en bicicleta a atender una emergencia, el pasado viernes 12 de agosto.

La salida del féretro fue acompañada por la banda Deutscher Musik Verein de Paillaco, momento en que se activaron las alarmas y se inició la caravana, que llevó los restos del joven Secretario General del Cuerpo de Bomberos de Paillaco y voluntario de la Primera Compañía Germania.  

Los camaradas de su compañía detuvieron la marcha frente al cuartel, en calle Bilbao y entonaron a viva voz -y cuando la lluvia se hacía más intensa- el himno institucional. 

Ya en el camposanto, el presidente del Consejo Regional de Bomberos, Carlos Guarda; el tío de Sebastián, Orlando Castro; el director de la Primera Compañía, Patricio Mundaca y el Superintendente (s) del Cuerpo de Bomberos, Eduardo Quiroz, agradecieron la maravillosa despedida brindada por la ciudad y los bomberos de la región. Además, la alcaldesa Ramona Reyes destacó que Sebastián fue uno de los impulsores del seguro de vida que recibirá su familia.

En el último responso, Iris Valdés y Raúl Castro, recibieron las pertenencias de su hijo mártir y en un pasillo de antorchas, el ataúd llegó hasta el mausoleo institucional. Las sirenas sonaron más lastimeras que nunca, en una despedida inolvidable para el mejor bombero de Paillaco y el más querido colaborador de nuestra red periodística.